Algo en que creer

sábado, septiembre 24, 2005

La historia del Caballo (Segunda parte)

Por su inocencia perdida.

La luz de un nuevo día ilumina al caballo.
Como en una inmensa y verde pradera
galopa sin cesar,
galopa sin pensar,
galopa dejando su pasado atrás.

Cuando las lágrimas de Soledad hacen aparición
Caballo decide descansar.
Sus ojos de oceano profundo se cierran
y entonces su sueño hubo de comenzar.

El caballo ve la imagen de un niño llorar
en medio de almas se halla,
pero ninguna detiene su constante caminar.
Caballo al niño consigue escuchar,
el motivo de su llanto trata de encontrar.
El pequeño estaba herido
pues su anhelo,
a nadie parecía importar

La tristeza del niño
el caballo consigue adivinar,
pues ha visto en la lupa del mundo
a un hermano suyo trabajar.
Su alma no alcanza a imaginar
el motivo de tal desvarío,
el motivo de ese eterno suspirar.

Nuestro caballo al pequeño quiere consolar,
pues las lagrimas de su melancolía
son la esperanza perdida en aquellos,
que en su rutina,
olvidan el padecimiento que aquel hermano sufría


Caballo en su sueño halló su despertar,
su conciencia estaba alterada
y sus ojos reflejaban su pesar,
por haber sentido a aquél pequeño suplicar.

viernes, septiembre 23, 2005

La serpiente que juzgaba mi moral

Y entonces lo hice.
Y desde el primer momento sentí el dolor de su mordedurea y su posterior veneno que como agua en cascada recorrió toda mi alma. Entonces aquella que juzgaba mi moral se sentó delante de mi y me preguntó ¿que has hecho?.
Yo, sólo pude contestar la verdad.
Y como volcán en erupción sentí el calor de su fuego desprendido de su boca.
Mi alma se había quemado.
Entonces me preguntó de nuevo ¿que has hecho? Yo le volví a contestar la verdad.
Y como afilados cuchillos clavados en mi, sentí el hielo que salía de su boca.
Mi alma se había helado.
Ella se fué.
Por desgracia sabía que volvería, pues somos frágiles.
Vivimos y aprendemos cuando nos caemos y nos levantamos. Nuestra mayor virtud y nuestro mayor defecto.
Tal vez no esté arrepentido.
Tal vez mi castigo no haya sido suficiente.
Tal vez estaba todo preparado.
No lo sé.
Lo único que sé es que cuando me acueste esta noche mi moral no se habrá recuperado,
pues las heridas de mi Alma no se habrán cicatrizado.