Algo en que creer

viernes, septiembre 23, 2005

La serpiente que juzgaba mi moral

Y entonces lo hice.
Y desde el primer momento sentí el dolor de su mordedurea y su posterior veneno que como agua en cascada recorrió toda mi alma. Entonces aquella que juzgaba mi moral se sentó delante de mi y me preguntó ¿que has hecho?.
Yo, sólo pude contestar la verdad.
Y como volcán en erupción sentí el calor de su fuego desprendido de su boca.
Mi alma se había quemado.
Entonces me preguntó de nuevo ¿que has hecho? Yo le volví a contestar la verdad.
Y como afilados cuchillos clavados en mi, sentí el hielo que salía de su boca.
Mi alma se había helado.
Ella se fué.
Por desgracia sabía que volvería, pues somos frágiles.
Vivimos y aprendemos cuando nos caemos y nos levantamos. Nuestra mayor virtud y nuestro mayor defecto.
Tal vez no esté arrepentido.
Tal vez mi castigo no haya sido suficiente.
Tal vez estaba todo preparado.
No lo sé.
Lo único que sé es que cuando me acueste esta noche mi moral no se habrá recuperado,
pues las heridas de mi Alma no se habrán cicatrizado.

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