Algo en que creer

sábado, agosto 20, 2005

El dardo envenenado

Cuando lanzó sus dardos envenenados pense que no me levantaría.
Pensé que era el fin, el fin de la más oscura de las existencias.
Con dificultad me reincorporé y la vida me guiñó su ojo derecho.
"He tenido suerte" reflexioné.
Porque a veces cuanto más crees entender la estructura de tu existencia,
más trabaja la vida para demostrar que no hay causalidad en nuestros actos.
Tratamos de racionalizarlo todo, de establecer un sistema,
un método que nos permita tener el control de nuestra existencia,de nuestros actos,
pero ante esa lógica aplastante se erige la señorita llamada Vida
que nos vuelve a demostrar lo insignificantes que somos.

Somos una mota de polvo perdida en la oscuridad.
Un deseo constante de rebeldía.
Un pequeño atisbo de felicidad.

Entonces, con las heridas cicatrizadas me pregunté el por que. Y en ese momento entendí que cuando atentas contra la vida no importa la causa ni el por que sino el acto en si mismo. Nuestra increible logica volvia a derrumbarse.
Avaricia, engaño, falsedad todos son actos irracionales que tratamos de darles un sentido una causa. Pero su origen es tan oscuro que se pierde en lo mas profundo de un ser humano.

Dios nos dé algún dia la facultad de aprender de aquellos
cuya inocencia aun no les ha sido quitada,
de aquellos quienes aún no les ha sido corrompida su alma,
aquellos que ven su casa, como una simple morada.

Porque en ellos esta nuestro destino, porque ellos dejaran de lanzar dardos envenados.